“El Mago y el Caldero Saltarín” (“The Wizard and the Hopping Pot”)
Como en su serie de Harry Potter, al inicio de la primera página del primer cuento de hadas, “El Mago y el Caldero Saltarín”, hay un dibujo. En éste caso, se trata de un caldero redondo sobre un sorprendentemente bien trazado pie (con cinco dedos, en caso de que se pregunten, como sé que algunos lo harán). Éste cuento comienza lo suficientemente feliz, con un “amable viejo mago” a quien conocemos brevemente, pero que nos recuerda a nuestro querido Dumbledore, por lo cual debemos pausar y tomar un respiro.
Éste “adorable hombre” usa su magia principalmente para su beneficio y para el de sus vecinos, creando pociones y antídotos para ellos en lo que él llama “caldero de la suerte”. Poco después de conocer a éste amable y generoso hombre, él muere (tras llegar a una “edad avanzada”) y le deja todo a su hijo único. Desafortunadamente, el hijo no es como el padre (y completamente similar a Malfoy). Tras la muerte de su padre, descubre el caldero, y en él (muy misteriosamente) una zapatilla y una nota de su padre que dice “Es mi esperanza, hijo mío, que nuca llegues a necesitar esto”. Como en la mayoría de los cuentos de hadas, éste es el momento en el que todo comienza a salir mal…
Molesto por no tener nasa más que un caldero a su nombre, y des-interesado en cualquiera que no pudiera hacer magia, el hijo le da la espalda al pueblo, cerrando las puertas a sus vecinos. Primero llega el viejo cuya nieta está plagada de verrugas. Cuando el hijo les cierra la puerta en su cara, inmediatamente escucha un ruido en la cocina. Al caldero de su padre le había nacido un pie y bastantes verrugas. Divertido, y a la vez desagradable. Como es usual con Rowling. Ninguno de sus hechizos funciona desde entonces, y no puede escapar del saltarín caldero que los sigue, incluso hasta al lado de su cama. Al siguiente día, el hijo abre la puerta a un anciano que ha perdido su burro. Sin su ayuda para cargar víveres al pueblo, su familia moriría de hambre. El hijo (quien claramente nunca ha leído un cuento de hadas) le cierra la puerta al anciano. De inmediato, el caldero saltarín lleno de verrugas, comienza a quejarse como burro y a gemir de hambre. Como en cualquier cuento de hadas, el hijo recibe a más visitantes, y hacen falta lágrimas, vómito, y un perro llorón para que el mago sucumba a su responsabilidad, y al verdadero legado de su padre. Renunciando a sus maneras egoístas, llama a la gente del pueblo para que vayan a pedirle ayuda. Uno por uno, cura a los enfermos, y al hacerlo, vacía el caldero. Al final, sólo queda la misteriosa zapatilla, la única que calza perfectamente en el ahora quiero caldero, y ambos caminan (y saltan) hacia la puesta de sol.
Rowling siempre ha hecho que sus historias sean tan divertidas como astutas, y “El Mago y el Caldero Saltarín” no es la excepción. La imagen de un caldero con un solo pie plagado con todas las “verrugas” de la villa enferma, en espera de un joven mago egoísta, es un buen ejemplo. Pero la verdadera magia de éste libro y de éste cuento en particular no radica en los recovecos o giros de la historia, sino en la manera en la que subraya en “clang, clang, clang” del caldero por hacerse notar, y cómo su escritura se retuerce cuando la historia toma velocidad, como si corriera junto al lector. Estos toques hacen que la historia se únicamente suya y a éste volumen de la serie, tan especial.
Reseña de Amazon.com: Los cuentos de Beedle el Bardo
No hay una manera fácil de definir la experiencia de ver, sostener, o leer Los Cuentos de Beedle el Bardo de JK Rowling, así que comencemos con una palabra: “Wow!” El sólo hecho de su existencia (un artefacto extraído directamente de una novela) es mágico, sin mencionar los hechos de que sólo siete copias existen en el mundo y que cada uno de los cuentos nunca antes narrados fueron escrito ilustrados a mano por JK Rowling (es claro desde las primeras páginas que ella tiene bastantes habilidades como artistas). La escritura a mano de Rowling es como el trazado familiar de una tía favorita; no es difícil de leer, pero requiere atención, permitiendo digerirlo despacio y saborear el misterio de cada próxima palabra.
¿Cómo reseñar uno de los tomos más memorables de los cuales se ha tenido el placer de abrir? Simplemente pasas cada página y te permites sumergirte en cada historia. Te sumerges en los sencillos cuentos que evocan las fábulas de Esopo y que te llevan a los temas de la serie; sigues cada curva y cada línea de la escritura de Rowling y revelas cada detalle que hace que éste libro sea tan único. Una pequeña marca oscura en una letra, o un lugar donde las letras casi se salen de la página. Lo tomas todo y tratas de darle vida, sabiendo que nunca podrás hacerle justicia. Con eso, sumerjámonos y comencemos por el principio. ¿De acuerdo? – Daphne Durham
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