“Babbity Rabbity y su Cepa Carcajeante”
Un largo tocón de un árbol se acuclilla en la parte superior del cuarto y más largo cuento de hadas de Rowling. Cinco raíces como tentáculos se extienden desde la base con hierba y dientes de león que brotan desde su interior. En el centro de la base del tocón hay una oscura grieta, con dos círculos de color blanco que parecen pequeños ojos entornándose ante el lector. Debajo del texto hay una pequeña y aguda marca de garra (con cuatro dedos). No es tan horroroso como el peludo y ensangrentado corazón de la anterior historia (y ésta vez sí vemos brillante polvo de duendecillo en la primera página), pero no nos agrada del todo la mirada de ése tocón.
“Babbitty Rabbitty y su Tocón Carcajeante” comienza (como a menudo lo hacen los cuentos de hadas) con un “hace mucho tiempo en una tierra lejana”. Un avaro e “insensato rey” decide que quiere conservar toda la magia para sí mismo. Pero tiene dos problemas: primero, necesita reunir a todos los magos y las brujas existentes; segundo, necesita aprender magia. Justo después de ordenar la creación de una “Brigada de Cazadores de Brujas” armada con una jauría de feroces perros negros, también anuncia su necesidad de un “Instructor de Magia” (no es muy brillante nuestro rey). Los sabios magos y brujas prefieren ocultarse que atender su llamado, pero un “astuto charlatán” sin habilidades mágicas se hace con el puesto ayudándose de algunos sencillos trucos.
Una vez instalado como el principal mago e instructor privado del Rey, el charlatán pide oro como ingrediente mágico, rubíes para crear encantamientos, y tazas de plata para las pociones. El charlatán acumula estos objetos en su propia casa antes de regresar al palacio, pero no se da cuenta que la vieja “lavandera” del Rey, Babbitty, lo ve. Ella lo ve halar ramitas de un árbol que luego presenta al Rey como varitas. Astuto como es, el charlatán le dice al Rey que su varita no funcionará hasta que “su Majestad sea digno de ella”.
Todos los días el Rey y el charlatán practican su “magia” (Rowling se luce aquí, pintando el cuadro de un ridículo Rey blandiendo una ramita y “gritando tonterías hacia el cielo”), pero una mañana escuchan una risa y ven a Babbitty mirando desde su cabaña, riendo tan fuerte que casi no puede permanecer en pie. El humillado Rey está furioso e impaciente, y pide que den una demostración real de magia en frente de sus súbditos al día siguiente. El desesperado charlatán dice que eso es imposible porque debe dejar el reino para emprender un largo viaje, pero el ahora sospechoso Rey amenaza con enviar a la Brigada tras él. Tras un ataque de furia, el Rey también ordena que si “alguien se ríe de mi” el charlatán será decapitado. Y así, nuestro tonto Rey sin magia se revela también tanto orgulloso como lamentablemente inseguro. Aún en éste tipo de cuentos cortos, Rowling es capaz de crear personajes complejos e interesantes.
Buscando “desfogar” su frustración y furia, el astuto charlatán se dirige a la casa de Babbitty. Espiando en la ventana, ve a la “pequeña anciana” sentada a su mesa limpiando su varita, mientras las sábanas “se lavan solas” en una bañera. Viéndola como una bruja real, y tanto la fuente y la solución de sus problemas, le pide su ayuda, amenazándola con enviarle la Brigada. Es difícil describir éste poderoso giro en la historia (y cualquiera de estos cuentos, en realidad). Intenta recordar la riqueza y el color de las novelas de Rowling e imagina cómo podría incluir estos pequeños cuentos llenos de vívidos simbolismos y sutiles matices de personajes.
Serna antes sus peticiones (es una bruja, después de todo), Babbitty sonríe y acepta hacer “todo lo que alcance con su poder” para ayudarlo (hay una evasiva, si es que alguna vez la escuchamos). El charlatán le dice que se esconda detrás de un arbusto y que ejecute todos los hechizos por el Rey. Babbitty acepta, pero se pregunta en voz alta qué pasará si el Rey intenta realizar un hechizo imposible. El charlatán, aún convencido de su propia astucia y de la estupidez de los demás, se ríe de sus preocupaciones, sosteniendo que la magia de Babbitty es ciertamente más poderosa que cualquier cosa que “la imaginación de ése tonto” pueda soñar.
A la mañana siguiente, los miembros de la corte se reunieron para observar la magia del Rey. Desde un palco, el Rey y el charlatán realizaron su primer acto de magia, haciendo a una mujer desaparecer. La multitud estaba asombrada y maravillada, sin saber que era Babbitty, oculta en un arbusto, quien realizó el hechizo. Para su próximo acto, el Rey apuntó la “ramita” (todas las referencias a ella nos hizo reír) a su caballo, levantándolo en el aire. Mirando alrededor y buscando una mejor idea para su tercer hechizo, el Rey es interrumpido por el Capitán de la Brigada, quien lleva el cuerpo de uno de los perros cazadores del Rey (muerto por un hongo venenoso). Le ruega al Rey que “regrese al perro a la vida”, pero cuando el Rey apunta la ramita al perro, nada ocurre. Babbitty sonríe en su escondite, ni siquiera intentando hacer un hechizo, pues sabe que “ninguna magia puede revivir a los muertos” (al menos no en éste punto de la historia). La multitud comienza a reír, sospechando que los hechizos anteriores fueron sólo trucos. El Rey está furioso, y cuando ordena saber por qué el hechizo falló, el astuto y engañoso charlatán apunta al escondite de Babbitty y grita que una “malvada bruja” está bloqueando los hechizos. Babbitty corre de su arbusto, y cuando los Cazadores de Brujas envían a los perros tras ella, desparece, dejando a los perros “ladrando y escarbando” en la base de un árbol antiguo. Ahora desesperado, el charlatán grita que la bruja se ha convertido en un “árbol de manzanas” (quien incluso en éste tenso y dramático punto de la historia se ríe disimuladamente). Temeroso de que Babbitty vuelva a convertirse en una mujer y que lo delate, el charlatán ordena que se corte el árbol, pues así es como se trata con las “brujas malvadas”. Es una escena muy poderosa, no sólo por el drama de “que le corten la cabeza!”, sino también por la habilidad del charlatán de provocar a la multitud, lo cual evoca los juicios reales contra las todas las brujas. A medida que crece el drama, la escritura a mano de Rowling aparece ligeramente menos pulida. Los espacios entre las letras de sus palabras se ensanchan, creando la ilusión de estar inventando la historia a medida que la escribe, plasmando las palabras en la página tan rápido como puede.
El árbol es cortado, pero mientras la multitud aclama y se dirige al palacio, se escucha una “fuerte carcajada”, ésta vez desde dentro del tocón. Babbitty, siendo una inteligente bruja, grita que los magos y las brujas no pueden matarse al “ser cortados por la mitad”, y para probarlo, sugiere que corten al instructor del Rey “en dos”. Ante esto, el charlatán ruega piedad y confiesa. Es arrastrado hacia la mazmorra, pero Babbitty aún no ha terminado con su tonto Rey. Su voz, aún emergiendo desde el tocón, proclama que sus acciones han invocado una maldición sobre el reino, de manera que cada vez que el Rey hiera a un mago o a una bruja, él también sentirá un dolor tan feroz que deseará “morir de él”. El ahora desesperado Rey se arrodilla y promete proteger a todos los magos y las brujas de sus tierras, permitiéndoles hacer magia sin dañarlos. Satisfecho, pero no completamente, el tocón se ríe otra vez y ordena que una estatua de Babbitty se construya sobre él para recordarle al Rey su “propia insensatez”. El “avergonzado Rey” promete que un escultor creará la estatua de oro, y se dirige al palacio con su corte. Al final, un “corpulento y viejo conejo” con una varita en sus dientes salta desde el hueco debajo del tocón (ajá! El origen de esos pequeños ojillos blancos) y deja el reino. La estatua de oro permaneció en tocón para siempre, y los magos y brujas nunca más fueron cazados en el reino.
“Babbitty Rabbitty y su Tocón Carcajeante” resalta la astuta ingenuidad de la vieja bruja, quien le recordará a los fanáticos un sabio y recursivo mago, y podemos imaginar cómo Babbitty se convirtió en una heroína del folclor para los jóvenes magos y brujas. Pero más que una simple historia acerca del triunfo de una inteligente bruja, el cuento advierte acerca de la debilidad y codicia humanas, la arrogancia, el egoísmo y la duplicidad, y muestra cómo estos errantes (pero no malvados) personajes aprenden de sus errores sobre la marcha. El hecho de que el cuento sigue al cuento anterior del demente hechicero resalta la importancia que Rowling siempre ha impuesto acerca de la auto-conciencia: Babbitty revela al Rey su arrogancia y codicia, mientras que el Caldero Saltarín expone el egoísmo del mago y la Fuente desvela la fortaleza interior de las tres brujas y el caballero. De los primeros cuatro cuentos, sólo el hechicero del peludo corazón sufre un horrible destino, pues su imperdonable uso de las Artes Oscuras y su indisposición de conocer su verdadero yo, los excluyen de la redención.
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