El astrólogo del reino es el único que lo
sabe... porque las cartas nunca mienten: un inminente peligro se cierne sobre
Edom.
En la corte, traidores vestidos de fieles servidores traman acabar con el rey y, para hacerlo, necesitan a Isabel, su única hija. Ella, ajena a todo, pasa sus horas estudiando poesía, bordando pañuelos y paseando por los jardines de palacio con su doncella. Pero todo cambia una noche oscura cuando la reina, sin causa aparente, enferma hasta debatirse entre la vida y la muerte; la princesa, desesperada, hace llamar a Diego, el hijo menor del boticario, para que salve a su madre. Basta una mirada para saber que un intenso sentimiento, desconocido hasta entonces para ella, ha empezado a germinar en su corazón, un sentimiento para el que no existe ni remedio medicinal ni brebaje milagroso.
En la corte, traidores vestidos de fieles servidores traman acabar con el rey y, para hacerlo, necesitan a Isabel, su única hija. Ella, ajena a todo, pasa sus horas estudiando poesía, bordando pañuelos y paseando por los jardines de palacio con su doncella. Pero todo cambia una noche oscura cuando la reina, sin causa aparente, enferma hasta debatirse entre la vida y la muerte; la princesa, desesperada, hace llamar a Diego, el hijo menor del boticario, para que salve a su madre. Basta una mirada para saber que un intenso sentimiento, desconocido hasta entonces para ella, ha empezado a germinar en su corazón, un sentimiento para el que no existe ni remedio medicinal ni brebaje milagroso.
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